Abandonada por su madre, separada de su comunidad, entregada a un orfanato.
Con una voz privilegiada, cantaba en el coro de canto Gregoriano. Allí la escucha quién se va a convertir en su padre adoptivo.
Años más tarde, durante una presentación del coro en el cual participaba, tomo conciencia de la necesidad de recuperar sus raíces.
Al escuchar a las abuelas Mapuches, entendió porque amaba tanto el canto Gregoriano: Le traía recuerdos de su niñez.

A partir de allí comenzó su trayecto en defensa y valoración de su comunidad.
Llevo adelante la música de su pueblo, resguardando la raíz y particularidades propias de su cultura.
Denuncio y reclamo ante una sociedad indiferente a las necesidades de su pueblo. Lo hizo de la manera que sabía hacerlo: Cantando.
Aprendió a cantar en Mapudungún su lengua original.
Fue la primera en aparecer vestida a la usanza de las Mujeres antiguas de su comunidad.

De una condición humana inigualable, en su perseverancia y lucha para la defensa de su pueblo, cuando el mismo pueblo había bajado los brazos, sostenía:

" Nuestro pueblo aun no ha muerto,todavía existe, y seguirá existiendo"

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